¿Te has planteado alguna vez qué se siente al viajar solo? Este post es para ti. Estoy seguro también que te habrás encontrado a gente que te plantea sus experiencias de solo traveler así:

Desde que volví de xxx, soy una persona totalmente distinta.»
«Mi programa Erasmus en xxx me cambió la vida«
Todos hemos oído a gente describir así sus experiencias en solitario por el mundo.
Y en mi caso, cuando era joven y aún no había viajado solo, me creía todas estas fábulas que la gente contaba de sus aventuras.
A día de hoy, he viajado SOLO siete veces (periodos relativamente largos). He estado en Austria, Italia, Alemania, Francia, Inglaterra/Escocia, Corea del Sur y Japón.
Y claro, cuando vuelves, la gente te pregunta qué tal te ha ido.
En cuanto me preguntan por mi último viaje en solitario, se me dispara la típica sonrisa automática de reunión social. Pero mi cabeza no puede evitar evaluar el viaje de forma global. Y, como todo en la vida, siempre hay pros y contras.
Viajar solo: todo lo que vas a sentir
Antes que nada, quiero que sepas que soy un defensor acérrimo de viajar solo. Cuando lo haces, no puedes evitar vivir muchas experiencias curiosas y que jamás olvidarás. Lo que vas a sentir, sea positivo o negativo, vas a recordarlo siempre de forma positiva. Hay un estudio científico que demostró que viajar te hace más feliz que comprarte cualquier cosa material que hayas deseado toda la vida.
Pero hoy quiero centrarme en lo negativo. En lo que nadie cuenta. Me pregunto a menudo por qué la gente idealiza sobremanera algo tan simple como viajar solo, y por ello, he querido dar una visión distinta de esta experiencia aquí en mi blog.
Así que, allá va. Si vas a embarcarte en la aventura de mochilero solitario, ten estos aspectos muy asimilados.
1.- Te aburres
Sí, así es. Te aburres. Si me preguntaran qué se siente al viajar solo y solo pudiera escoger una emoción negativa sería ésta.
Pero no te preocupes.
Como he dicho, viajar solo te dará sorpresas que merecen mucho la pena vivir, pero entre una sorpresa y otra, pasarán muchas horas 🙂
Como puedes imaginar, no es lo mismo (por ejemplo) visitar un museo con un amigo o en pareja, haciendo bromas, ir comentando lo que ves etc. que hacerlo solo.
Este ejemplo del museo, viajando con alguien que ya conoces, podría ser un momento estelar de un viaje pero haciéndolo solo se convierte en un momento muy anodino.
Los momentos después de un comida también son bastante críticos. Notarás que te dará pereza volver a arrancar e iniciar otra actividad. Pereza que, seguramente, estando con alguien no tendrías.
Así pues, primer mito destruido. Viajar solo no es una experiencia excitante las 24h. Tiene sus momentos de aburrimiento.
2.- Socializar con gente local es muy difícil
A menudo te encontrarás con gente curiosa que te pregunta de dónde eres, si estás viviendo en su país, de qué trabajas, etc.
Cuando respondes que estás de visita y que en dos semanas vuelves a tu país de orígen, la cara de la persona local SIEMPRE cambia para expresar decepción. “Otro turista…”
Un cambio muy reciente en nuestra sociedad ha sido la aparición de la turismofobia. Y, por lo que he podido comprobar, no está presente únicamente a nivel europeo. NO.
La turismofobia ya es un fenómeno global.
Ten claro que cuando viajes solo vas a relacionarte muy poco con la gente local.
3.- Viajar solo no resuelve ninguno de tus problemas personales
La gente (incluso la que no se atreve a viajar sola) suele aconsejar viajar solo cuando pasas por pequeñas crisis personales.
Cuando rompes con tu pareja, cuando tú empresa ha hecho un ERE y te has encontrado de repente en la calle, etc.
Se recomienda como medicina infalible.
Gran error. Fatal.
Si echas de menos a la novia que te ha dejado y te vas con una mochila por el mundo, cuando vuelvas de tu aventura en solitario… ¡Seguirás echándola de menos!
Si eres un trabajador precario, quieres replantearte las cosas y te adentras en tu aventura en solitario… ¿Sabes qué? ¡Cuando vuelvas seguirás siendo un precario! (y en el bolsillo te faltará la pasta que te has dejado en el viaje).
Si estás pasando por una crisis personal, no es mala idea irte de viaje, pero tienes que ser consciente que será una distracción, una evasión de tu problema real.
Te curará momentáneamente, pero cuando vuelvas, tu problema seguirá estando ahí. Esperándote.
Superar el miedo a viajar solo
Seguramente sientas que viajar solo es un salto al vacío muy grande.
Especialmente cuando piensas en hacerlo a otro continente.
«¿Un vuelo de 15 horas solo?».
«¿Qué hago si me pongo enfermo?».
«Yo no soy una persona sociable, ¡No conoceré a nadie!».
Son seguramente los miedos de viajar solo que te vienen a la cabeza.
Déjame preguntarte una cosa: ¿Vas a permitir que estas dudas cancelen tus sueños? No te lo aconsejo.
Yo no soy una persona especialmente sociable. Y te confieso que durante las turbulencias, paso miedo.
Pero desde que viajé solo por primera vez, no he podido quitármelo de la cabeza.
Es más, hoy en día, ni me planteo viajar acompañado.
3 consejos para superar el miedo a viajar solo
Si te estás planteando viajar solo, pero tienes miedo a hacerlo, puedes hacerlo de forma gradual.
No es necesario que tu primera experiencia en solitario sea a una jungla a miles de kilómetros de la civilización.
1.- Viaja a algún lugar cercano y poco tiempo
Si quieres viajar solo a algún lugar lejano, pero no te atreves, ¿Por qué no practicas un poco antes?
Coge el coche y vete a pasar un fin de semana fuera de casa. De esta forma practicaras cosas como llegar a un hostel en solitario, comer o cenar solo en una mesa o el hecho de estar solo en un sitio nuevo sin hablar con nadie.
¡Ya verás que no pasa absolutamente nada!
2.- Habla con tu médico si el viaje en avión te preocupa
El médico te dará alguna pastillita que te hará viajar muuuuy relajado 🙂
No obstante, déjame advertirte que en vuelos largos tendrás más que suficiente con la pantalla individual que ahora todos los aviones ofrecen en la que puedes ver películas o series.
Estarás muy distraído. Y el trayecto en avión será casi un placer.
¿Eres más de leer? ¡Genial! Concentrarte en un libro hace que te aisles de lo que sucede alrededor y no estarás tan pendiente de los ruiditos ésos del avión que tanto miedo nos dan.
3.- Usa apps de ligar o de actividades para conocer gente allí a donde vayas
Por experiencia, puedo asegurarte que las circunstancias de tu viaje en solitario harán muy difícil que puedas coincidir con la gente que conozcas en las apps. ¡Pero eso es bueno! Significará que estás viviendo una experiencia maravillosa.
No obstante, la sensación de ‘haber quedado con alguien’ puede que disminuya la ansiedad que te provoque la idea de viajar solo.
Y, si por el contrario, puedes quedar con gente, ¡mucho mejor! Siempre es interesante quedar con gente local o compartir un rato con un viajero solitario como tú.
¿Te cuento una experiencia personal de viajar solo?
¿Aún te planteas que se siente al viajar solo?
Si te sirve, te voy a contar una historia que me pasó viajando solo, la cual, no podría haber vivido (del mismo modo) estando con algún conocido.
Como te he comentado al principio, me encanta viajar solo. Haces lo que quieres, cuando quieres (¡sin tenerlo que pactar con nadie! ¡Qué placer!), te despiertas cuando quieres y te acuestas del mismo modo. Te puedes dejar llevar por los acontecimientos (¿Quizás en la cafetería de un museo te pones a hablar con una atractiva mochilera australiana? La actividad que tenías para después puede esperar…).
Pero entraré en los pros de viajar solo en otro artículo. Y ahora te cuento la experiencia que te había prometido.
Aquí va:
Mi experiencia en Berlin viajando solo
En Berlín, cruzando en bici los jardines que hay delante del Bundestag (parlamento alemán) se me salió la cadena de la bici (que había comprado de quinta mano en un rastrillo). Cada vez que me pasaba eso era una jodienda. Tardaba muchísimo en volver a colocarla.
Mientras intentaba arreglar mi bici, a lo lejos, oí unos balbuceos ininteligibles.
Era un vagabundo. Me hacía señas con la mano para que me acercara a él. Oops.
No te puedo explicar muy bien el por qué, pero me fui hacia él empujando la bici con las manos y andando.
Empezó a soltar más balbuceos. Yo tenía miedo. Pero fue ese miedo el que me impedía ver que el vagabundo me estaba dando instrucciones. «¡Dale la vuelta a la bici!» eso era lo que me indicaba el vagabundo con su idioma gutural y haciendo círculos con el dedo en el aire.
Giré la bici. Vi que el manillar y el asiento, cuando están del revés, aguantan perfectamente la bici haciendo de soporte… y la cadena de la bici queda floja y perfectamente manipulable.
Qué tonto. No tenía ni puta idea. Ni lo podía haber imaginado. Un vagabundo me estaba enseñando a arreglar la cadena de la bici en el Bundestag de Berlín.
El momento emocionante en Berlín
¡Pero cuidado! el vagabundo se giró bruscamente y puso la mano en su mochila.
Era el final. El servicio de arreglo tenía un precio. ¿Sería la bici misma? ¿Me pediría mi cartera? ¡¿Me iba a pegar violentamente?! El momento de sentir emociones negativas de viajar solo había llegado.
Pero no, no fue eso. Algo mucho peor para mi orgullo.
El vagabundo sacó de su mochila unas servilletas de McDonald’s para que me limpiara las manos. Las tenía llenas de grasa… Qué vergüenza. Qué lección.
Le ofrecí unas monedas. Me las rechazó con sus gruñidos y gestos.
–Danke Schön -dije.
–ahggg – me respondió.
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